Arquitectura de la Posta de Sinsacate : Museo Rural Posta de Sinsacate

miércoles, 15 de agosto de 2007

Arquitectura de la Posta de Sinsacate

La tipología arquitectónica se impone sola en un programa de habitaciones corridas a lo largo de una generosa galería.
La posta de Sinsacate, en tierras que fueron de don Pedro de Torres, de don Sebastián Adaro y de las monjas catalinas, fue enajenada por éstas a don Juan Jacinto Figueroa, quien de su casa hizo la posta con el sentido indicado, que se concretó en una realización sobria y pragmática.
Una larga fila de pilares de sección cuadrada se desarrolla paralelamente ál Camino Real. En un extremo, la capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario, cuya imagen original hoy ha sido adquirida a particulares por el museo Sobremonte, donde se exhibe.
Un contiguo cementerio era también lugar de enterramiento de los que inesperadamente concluían su vida en la aventura llena de riesgos del camino.
Arquitectónicamente el tramo es muy simple, con vigas o tirantes que van uniendo los pilares, dándoles una terminación plana donde corre por todo su perímetro un camino de ronda.
La armonía de su logro estético no hay que verla en el análisis del tramo, sino casualmente en su rítmica repetición.
En el desarrollo de la galería que estructura el conjunto hay un determinado momento de retroceso -tal vez una ampliación posterior- y se continúa en igual forma la repetición de tramos, lo que, acentuado por un desnivel que impone escalones para unir ambos planos, ablanda un tanto lo que pudiera quedar demasiado rígido como resultado
final.
Las dos aguas de la capilla están perpendicularmente a las del techo de las habitaciones y el desnivel del terreno, más alto en la parte posterior,
impone cavar la tierra para lograr la horizontalidad del pavimento, por lo que las ventanas sobre el contrafrente, que desde el interior aparecen muy
altas y sin vistas al exterior, desde afuera están a nivel del terreno. La capilla no acentúa para nada esta definición tan modesta, tan simplificada del sector de residencia. Tiene un pequeño arco cobijo y está techada a tijera o sea con cabriadas. Una espadaña de tres orificios arranca desde el piso con su plano de piedras, revocada sólo del lado del naciente.
Quedan claramente delimitados tres sectores: el más bajo, totalmente ciego, acaba en una simple línea de cornisa. El segundo, entre esta cornisa
y otra igual, tiene dos arcos de medio punto y a pesar de tener travesaños de madera no tiene ahora campanas. El último tramo, más angosto, con un arco con tirante y campana, tiene su recorte final en una cornisa un poco más graciosa, de línea quebrada, que sigue al arco en su desarrollo.
Pequeñas esferas en la parte superior y lados completan la decoración.
La fachada de la capilla, protegida por el cobijo, deja ver una pequeña ventana coral sobre la puerta de ingreso.
Una escalera al final de la galería, sobre el límite con la capilla, permite el acceso al plano de ronda, de donde emergen los techos inclinados cubiertos de tejas.

Extraído de La arquitectura en Córdoba y su historia. Compilación de escritos del Arq. Rodolfo Gallardo. Editorial Nuevo Siglo. 2003.

No hay comentarios: